domingo, 16 de agosto de 2009

POEMA INICIADO

POEMA INICIADO
A ellas

Allá al fondo
el fogonazo intenso de un cíclope
y otro cíclope
en el mismo segmento.
Medusa quieta
de certeras raíces.
Lisa arruga que rompe el tiempo.

Allá al fondo,
luz sobre palmas mojadas
y estela de aromas
de mañana de sol.

Y dentro de mí
el tedio que confunde
lo esperado y lo querido,

Déjame entrar en tu sonido,
abrir las compuertas de mi verso,
entrar en ti por el reverso
de la carta nunca escrita,

¿Dónde quedé perdido?
¿Dónde olvidé la estampa

que fija queda en la memoria
como vuelo decidido?
¿Dónde tu espíritu, mujer,
dónde mi frío?

Y acaso...
¿Exististe alguna vez?
¿Fuiste solo un sueño?
¿Eres solo un sueño?

Has participado de mí en el delirio,
en las noches de sabanas,
en las tardes de hastío,
en las formas de las nubes que se cierran
y se abren.

Sí, has sido el centro
de mi vida,
de mis sueños,
de mis lagrimas,
de mi vino.

Aún te tengo en el tacto
de mi memoria.
Aún sigues conmigo.

¿Somos amantes?
¿Y yo... soy tu amigo?

Te amo por lo que tienes de distante
y te odio por lo que tienes de olvido.

Ya sé, tienes la cara redonda,
o delgada,
o con pecas,
o acaso nariz aguileña
hundiéndose en mi rostro
al compás de un beso.

O tu nariz es pequeña
o tus labios fríos
o tus ojos no me miran.

Quizá pasaste por delante
alguna tarde de primavera
o estío.
Acaso me fije sin verte
y mis pupilas retrataron tu rostro para siempre.

Soy tuyo, no lo niego,
pero es mentira que lloro por ti,
es por mí por quien me río.

La música... la música se me clava
cada vez más fuerte
en la memoria,
la música, un suspiro.

Recuerdo tus versos, no los míos
que nunca fueron.

¿Quién te inventó?
¿O acaso pasaste por delante
alguna tarde de primavera
o estío?

Tediosas las calles desiertas
sin ti, conmigo.
La ausencia de coches,
la ausencia de ruido
interrumpida por los truenos
de mi destino.

¿Quién eres,
quien has sido?
¿Por qué te conviertes en mi delirio?
¡Deja ya de acosarme
y vete como el ofidio
se esconde en las piedras
secas de sol! ... Mi libro.

No puedo mojarme, mas sigo
cada noche sentado
en las aguas del rió
que me lleva hasta ti
que no eres,
que no has sido.

¿Qué es la nostalgia
sino ese cirio
que se prende en la memoria
y despierta a los grillos...?

Te veré otra vez, te veré
cuando me duerma de puro cansancio
de pensar y pensar.
Te veré en el silencio
y en el clamor de la ausencia.

¿De qué te ríes,
por qué me mortificas con la risa
de tus dientes blancos,
tan pequeños...
con tu cara roja,
tu nariz tan recta ...?

No eres, no existes,
soy yo,
y... me abrazo
fuerte, fuerte
y me canto canciones y me giro
y te veo en los espejos.

¿Sabes?
Te deseo.
Te siento alta y pequeña,
y bella y hermosa,
nacida del brío
con que te pienso
con tu pelo corto
y tu pecho erguido,
musculoso,
incierto,
sencillo.

Cuando me hablas con voz bronca
te recuerdo como el amigo
que tuve
¿O no es cierto?
¿No estuviste?

No puedo estar solo.
El frío...
Estos sentimientos....

¿Quién eres?
¿Por qué te confundes en mi memoria?
¿Por qué calzas las luces
incipientes
del rocío?

¿Estoy solo?
Mas no muero
me diluyo en el silencio
compartido
con mil sonidos de la noche,
del sol
y de las nubes rojas de mi otoño.

Tengo que salir de mí.
Pero... ¿A dónde iré
si te escondes en los juncos,
si solo veo tu sombra colgada del viejo roble
tan viejo como mi memoria,
tan viejo como el sol
que me restalla en los oídos?

Eres ella, seguro.
Eres ella, no hay duda

No puedo verte,
no existes,
pues soy el último hombre sobre la tierra.

¡DIOS!....

¡Comienza el ciclo,!

No la dejes vivir para siempre dentro de mí,
dale una forma,
la forma de una espada,
la del lirio,
la de un cometa fugaz,
la del sentido,
la de un árbol gigantesco,
la de un águila con ojos fríos.

Dale la forma que quieras
pero déjala conmigo.

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