lunes, 3 de noviembre de 2008

MI CITA

Lucen guiños las estrellas.
La luna olvida su cita.
Solo estamos: ellas, yo
y mi alma que les grita,
y la fibra de mi ser
que en su recuerdo palpita.

He venido donde siempre
veníamos, a la ermita,
donde el recuerdo me trae
tu cuerpo, el que tirita
al frío de noches de agosto,
un frío que no se quita
con bufandas, con abrigos,
que del roce solicita.
Yo, como siempre, alelado,
tú, como siempre, Afrodita.

He venido hasta este cerro
a cumplir con la visita
que prometiste a la luna,
esa luna hoy contrita,
la que sin estar siquiera
a tu presencia me invita.

Solo me falta a mi lado
esa cara tan bonita
Que me pregunte: ¿Me quieres?
y que ya no solicita
mis requiebros, mis silencios,
en esta noche infinita.

Fue bebiendo sorbo a sorbo
de la vida su tacita
que hizo añicos aquel coche
en la calzada maldita.

MIS PERTENENCIAS

Tengo tres hermosas rosas,
una naranja y un lirio.
Las tengo puestas en agua
en un enorme lebrillo.

Una de las rosas, roja.
Tan fuerte como una encina,
con un soneto que trina,
toca en mi puerta la aldaba.
Que entre retama y tomillo
lanza arroyuelos con brillo
a los pies de la Alcazaba.

Otra de las rosas, rosa.
Que siempre vivió su vida
llorando su carne herida,
superando diez mil retos.
La que nunca quiso anillos
ni tampoco lazarillos,
como anciana en Recoletos.

Y otra es la rosa amarilla.
Que su alma se le llena
de ese Dios que lleva en vena,
implorando su cobijo.
Que lleva dentro oraciones
y en su júbilo canciones
y en el pecho un crucifijo.

La naranja, mil colores
que ante Dios pide perdón
y le tiembla el corazón
como carne de membrillo.
Lo pide como soprano
cantando por todo hermano
que se cruza en su pasillo.

¿El lirio?; Bien lo sabéis:
Cuidando siempre a sus “viejos”
y escribiendo desde lejos
los más hermosos sonidos.
Son de tiempo y son redondos
esos sonidos tan hondos
que alborotan los sentidos.

Todas esas cosas tengo...
Y una enorme mariposa,
de todas la más hermosa,
y es por ella que trasnocho.
Porque soy su contertulio
en esta noche de Julio,
cuando cumple ochenta y ocho.

MI SILENCIO

Mi silencio tiene tu textura.
Es grito de confesión
esparcido en cenizas sobre mi tumba,
sangre coagulada
que presta su color negro
al abismo donde se esconde.
Es la clave en NO
de lo que pienso.
Mi silencio no es conquista.
Es la espada que se hunde
en mi cerebro.
Es el látigo que azota
cada centímetro de mi cuerpo.
Es el préstamo que la vida
hace a mis sentidos.
Es el cúmulo, nubes
que se me enquistan.
No tengo un silencio nacido de ti,
sí contra ti parido,
que estancado se enraíza
y mata cada momento compartido.
Nacido de la rata de mi orgullo
esconde mi verdad
entre sonrisas y anécdotas.
Pero sabes donde escondo
mi triste realidad.

MI DESTINO

Una mirada al frente
que se hunde en derredor.
Un sobre con dirección
marcada a fuego,
mas sin sello.
Una lluvia que lo moja
todo.
La niebla endémica.
La encendida luz de tu mirada
en el horizonte profundo
de las estrellas.
No saber de algún mañana,
haber perdido el ayer,
buscar una sonrisa
en mi pecho.
Olvido.
Y solo, ciego, loco, herido,
distanciarme de la realidad.
De todas las realidades.
Sumergirme en la tierra
que rompe en acantilados
de ocre.
La pulpa de los sueños vencidos.
El rojo atardecer,
mientras suben las raíces
atándome a la nada.