lunes, 3 de noviembre de 2008

MIS PERTENENCIAS

Tengo tres hermosas rosas,
una naranja y un lirio.
Las tengo puestas en agua
en un enorme lebrillo.

Una de las rosas, roja.
Tan fuerte como una encina,
con un soneto que trina,
toca en mi puerta la aldaba.
Que entre retama y tomillo
lanza arroyuelos con brillo
a los pies de la Alcazaba.

Otra de las rosas, rosa.
Que siempre vivió su vida
llorando su carne herida,
superando diez mil retos.
La que nunca quiso anillos
ni tampoco lazarillos,
como anciana en Recoletos.

Y otra es la rosa amarilla.
Que su alma se le llena
de ese Dios que lleva en vena,
implorando su cobijo.
Que lleva dentro oraciones
y en su júbilo canciones
y en el pecho un crucifijo.

La naranja, mil colores
que ante Dios pide perdón
y le tiembla el corazón
como carne de membrillo.
Lo pide como soprano
cantando por todo hermano
que se cruza en su pasillo.

¿El lirio?; Bien lo sabéis:
Cuidando siempre a sus “viejos”
y escribiendo desde lejos
los más hermosos sonidos.
Son de tiempo y son redondos
esos sonidos tan hondos
que alborotan los sentidos.

Todas esas cosas tengo...
Y una enorme mariposa,
de todas la más hermosa,
y es por ella que trasnocho.
Porque soy su contertulio
en esta noche de Julio,
cuando cumple ochenta y ocho.

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